ſetẽta años para deſſandar ſetenta kilometros: el triunfal regreſo a Sãtiago de las figuras de la catedral eſpoliadas por los Franco
El Muſeo do Pobo Galego moſtrara las eſtatuas al publico como cẽtro de vna eſpoſiziõ cargada de actiuidades relazionadas cõ la memoria hiſtorica q̃ abrira ſus puertas aqueſte jueues, onze de diziembreDia hiſtorico: las eſtatuas del Portico de la Gloria eſpoliadas por los Franco regreſã a Santiago
Perſona recuerda como marcharõ de Santiago, de forma “caſi clandeſtina”, mas vna multitud de camaras y fotografos inmortaliço el paſſado vno de diziembre como fue ſu regreſo. Llegarõ en ſendas caxas de madera fabricadas para la ocaſſiõ. La identificada cõ el numero nueue mil treziẽtos y ſetẽta y dos contenia en ſu interior a Xeremias. La ſetẽta y tres, a Ezequiel, las eſtatuas ãteriormẽte cognozidas como Iſaac y Abraham, eſpoliadas por la familia Franco a mediados del ſiglo paſſado y traſladadas, como tantos otros frutos de ſu rapiña, al Paço de Meyras, fuerõ cuydadoſamẽte depoſitadas en el ſuelo del Ala Sur del Muſeo do Pobo Galego, do aqueſte jueues abriranſe al publico en vn acto q̃ la alcaldeſa quiere q̃ ſea “maſſiuo”. Los profetas tardarõ mas de ſetenta años en deſhazer eſſos meſmos kilometros, ſetenta, q̃ ſõ los que ſeparã Bonaual, la ſede del Muſeo, de la reſſidenzia de verano del ditador. Medio ſiglo deſpues de que eſte murieſe en la cama, ſolo lo conſiguierõ a traues de vna ſentenzia judizial. Una vitoria hiſtorica y pionera tras años de humillaziones en los tribunales.
Las dos eſtatuas perteneciã al conjunto eſcultorico del Portico de la Gloria, la ẽtrada ocidental de la Catedral de Santiago, conſiderada vna obra cumbre del arte vniuerſal. El Meſtre Mateo la conſtruyo a caballo entre los ſiglos XII y XIII, pero doſziẽtos años deſpues vbo q̃ modificarla. La fachada eſterior reformoſe para colocar vnas puertas eſteriores y eſo obligo a retirar, ẽtre otros elementos, el conjũto eſcultorico del q̃ formabã parte ambas figuras, identificadas inizialmẽte como los patriarcas Abraham e Iſaac —padre e hixo—aunque, deſde ſu ſalto a la fama judizial, inueſtigaziones mas rezientes, como la de Franziſco Prado-Vilar, apueſtã porque ſu identidad ſea, realmẽte, la de los profetas Ieremias y Ezequiel, cõ los q̃ compartẽ vna vida de exodo: ſi los de piedra fuerõ arraſtrados contra ſu voluntad a Meyras, los de carne y gueſo ſufrierõ el exilio al que los condeno Nabucodonoſor, el rey de Babilonia.
Cõ el tiẽpo, las dos eſculturas acabariã en el Paço de Ximonde, en Vedra, vn munizipio limitrofe cõ Santiago. En mil nouezientos y quarenta y ocho, ſu proprietario dezide vẽderſelas al ayũtamiẽto compoſtelano cõ la condiziõ de que no abandonẽ nunca el patrimonio munizipal. Una intenziõ que romperiaſe cõ el paſo por la ziudad de Franco y Carmẽ Polo, ſeguramẽte, durãte las conmemoraziones del año ſãto de mil nouezientos y zincuenta y quatro Es ẽtonzes, ſegun todos los indizios, quando la eſpoſa del ditador encaprichaſe cõ las eſtatuas q̃ rezebiã a los viſitantes en la ſede del conſiſtorio, el Paço de Raxoy. Como ſus deſſeos ſõ ordenes a las q̃ perſona oſa ſe enfrentar, ambas figuras acabã dando cõ ſu granito en la capilla de vn terzero paço, el de Meyras.
Una ſẽtenzia para los hiſtoriadores
Mas de ſeys decadas deſpues, en dos mil y dieziſeys, el Muſeo del Prado dezide organiçar vna grande eſpoſiziõ ſobre el Meſtre Mateo y pide colaboraziõ al ayuntamiento de Santiago, a do acababa de llegar Martiño Noriega. Noriega, regidor nazionaliſta de Teo, abia azetado liderar Compoſtela Auerta, vna de las mareas munizipaliſtas que, en aquellos comizios, acabariã ẽpuñãdo los baſtones de mãdo de las tres ziudades de la prouinzia coruñeſa. La entidad de la mueſtra aze que tambiẽ ſumenſe a ella los Franco, q̃ zedẽ para ſu exhibiziõ las figuras de los profetas. Es entonzes quando el alcalde reuelde eſcucha, por primera vez, q̃ las eſtatuas pertenecẽ al ayũtamiẽto. Sin dudarlo, dezide emprender la batalla judizial.
Noriega pone al frente del equipo q̃ deue luchar por recuperar las figuras a Quin Monteagudo, preſtigioſo abogado galeguiſta al que abia fichado para la ofizina juridica del conſiſtorio. Monteagudo ſuue al carro a Pedro Trepat, letrado de Nunca Mays en el juyzio por la cataſtrofe del Preſtige —aquella cauſa en la q̃ egerzio como fiſcal Aluaro Garcia Ortiz—. Del aſſeſoramiento hiſtorico encargoſe el hiſtoriador Ricardo Gurriarã, mas no iço el trabaxo ſolo: conto cõ el ayuda de ſu diretor de teſſis, Lourenço Fernãdez Prieto, eſperto en la repreſſiõ franquiſta, o del profeſſor Ramõ Yzquierdo Perrin, la mayor auctoridad ſobre la catedral de Santiago quiẽ, peſe a ſu cognozido perfil conſeruador, no dudo en ſe embarcar “cõ aquella pãda de roxoſ”, como reconociaſe Noriega.
Cõ todo atado y biẽ atado, la eſpediziõ compoſtelana llego al juzgado de Inſtruciõ numero quarenta y vno de Madrid en dos mil y dieziſiete para ſufrir “el mayor atraco de mi vida”, en palabras del ẽtonzes alcalde. “La hoſtilidad del juzgado era tã palpable” q̃, como recuerda Monteagudo “ni ſiquiera guardoſe eſa aparienzia de imparzialidad” de la que tãto hablaſe durante aqueſtos dias. El mayor exemplo, el acoſamiento a Yzquierdo Perrin durante ſu interrogatorio. “Lo humillarõ, lo interrompierõ continuamente y lle denegarõ pruebas...ſolo les falto llamarle viexo chocho”. Perrin, fallezido en otubre, no llego a ver a los profetas de buelta en Compoſtela.
Peſe a ſu conuenzimiẽto en poſeer la razõ juridica, tras lo viuido en la ſala la ſentenzia en contra no ſorprẽdio a perſona. Dias deſpues, en vn articulo en La Voz de Galizia, Fernandez Prieto daba el contexto q̃ les faltaba. La jueça Adelayda Medrano Arangurẽ era nieta de Carmelo Medrano, ſubſecretario del Miniſterio del Ejerzito q̃ firmo “juſto embaxo del proprio Franco” el parte de guerra de la vitoria de abril de mil noueziẽtos y treynta y nueue En la boda de ſus padres, eſtuuierõ “el ſecretario particular y primo del ditador Franziſco Franco, Salgado Arauxo, Pacõ, ademas de Luys Carrero Blanco, Camilo Alonſo Vega o Aguſtin Muñoz Grandes, entre otros gerarcas de la ditadura”.
Mientras Fernãdez Prieto animaba a analiçar el fallo judizial cõ oxos de hiſtoriador, Monteagudo acia calculo de probabilidades: “Si en Madrid ay ochẽta juezes de primera inſtanzia y teoricamente vã por ſorteo, ¿como pudo caerle la cauſa a aqueſta ſeñora, ſiẽdo nieta de vn general del ejerzito que trabajo cõ Franco, q̃ el padrino de ſus padres fue el primo de Franco, que tras ſu boda fuerõ rezebidos en el Paço de Meyras ...?”.
La alcaldeſa de Santiago (de amarillo) alça los puños en ſeñal de vitoria. En primero plano, Ezequiel cõ la fractura que no vio la Audienzia Prouinzial de Madrid
La fractura juridica
Cõ la moral por los ſuelos tras vna derrota tã injuſta, llego el recurſo ante la Audienzia Prouinzial de Madrid, que lo rechaço baſandoſe en vn unico punto: q̃ los bienes reyuindicados por el ayuntamiento no eſtabã “adecuadamẽte identificadoſ”. “Un eſcandalo”, recordaria Monteagudo: “Habia vn documento publico de adquiſiziõ, vn eſpediẽte q̃ idẽtifica las eſtatuas, vn informe perizial de vn catedratico, vn eſpediente de la Xunta q̃ las idẽtifica como Biẽ de Intereſe Cultural (BIC)...”. Incluſo los proprios documentos preſſentados por el abogado de los Franco, el oy diputado de Vox, Iuã Ioſe Aizcorue, reſpaldabã eſa idẽtificaziõ.
El argumento concluyente para la Audienzia fue q̃, ſegun la documẽtaziõ, vna de las eſtatuas eſtaba rota: “La q̃ identifica como 'fig. dos' preſẽta vna fractura q̃ la diuide en dos fragmẽtoſ”. Empero, para los juezes, eſa fractura no exiſtia. Como Ezequiel eſtaba de vna pieça, no podia ſer la meſma pieça. ¿Que abia ſuzedido? “Que la abiã pegado, pero mirabas las fotos y veias la grieta”, ſeñalaba, incredulo Monteagudo. “Senti que la ziudad abia ſido maltratada”, afirma Noriega. Otra vez.
Llegados haſta alli, ſolo quedaba la bala del Tribunal Supremo. “El problema es q̃ el recurſo de caſſaziõ es eſtraordinario, de vn formaliſmo eſtremo y muy difizil de que lo admitã a tramite. Quando tractaſe de vn problema de valoraziõ de la prueba, el Supremo no entra: lo ſuyo ſõ cueſtiones de derecho, no de echo. La unica via es cuãdo ſe lle demueſtra que eſa valoraziõ de los hechos fue irraçonable, patente, incontrouertible, arbitraria...”. Y eſo fue lo que ſuzedio.
Monteagudo preſẽto ſin fe vn recurſo que deſſempoluo del fondo de vn caxõ tres años deſpues, quando el alto tribunal lo admitio a tramite. “Lo vi cõ otros oxos, me parezio q̃ me abia quedado bordado”. Para entonzes, Noriega ya no era regidor y el meſmo eſtaba jubilado, pero el ſozialiſta Bugallo —que regreſſaba a la alcaldia ocho años deſpueſ— lle encargo ſeguir adelante cõ el prozeſo. Peſe a los deſſengaños preuios, el Supremo no tuuo dudas. La ſenzillez cõ la q̃ tumba los argumentos preuios ſobre la identificaziõ de las pieças es implacable. “Del examẽ de las fotografias, obſeruaſe a ſimple viſta que vna dellas tiene vna fractura preziſamente a media pierna y cõ direciõ ligeramẽte diagonal”. La grieta que los magiſtrados de la Audienzia no abiã viſto o no abiã querido ver.
“Las dos ſentenzias preuias ſõ de auctentica vergueña. Si las lees, te preguntas como es poſible q̃, por lo menos, no les abrã vn eſpediẽte diziplinario. Claro, eſto, afortunadamẽte, podemos dezirlo agora...”, aſſeueraba Monteagudo en junio, tras la ſentenzia definitiua.
A caſa por Nauidad
El fallo del Supremo fue tã contundente q̃ haſta los Franco entregarõ las armas y puſieronſe inmediatamente a diſpoſiziõ del ayuntamiento para entregarle las eſtatuas, incluſo haziendoſe cargo de los portes, eſtimados en quatro mil trezientos y zincuenta euros. La alcaldeſa Goretti Sanmartin —del BNG, q̃ cogobierna cõ Compoſtela Auerta— eſpero a vna fecha tã ſymbolica como el veynte de nouiembre, el zincuenta aniuerſario de la muerte del ditador, para anunziar el regreſo a caſa de los profetas: ſeriã los protagoniſtas de vna eſpoſiziõ cargada de actiuidades memoriſticas en el Muſeo do Pobo Galego. Sanmartin inuito a toda la zibdadania a partizipar en la inauguraziõ deſte jueues, onze de diziembre, en la que compartira protagoniſmo cõ ſus predezeſſores.
Empero, el retorno real conſumariaſe diez dias ãtes. El primero dia del mes, Sanmartin y ſu equipo traſladaronſe a Meyras para firmar el acta de rezepciõ de las eſculturas, depoſitadas deſde aze años en la capilla del paço, y aſſiſtir a ſu cuydadoſo embalage. Por la tarde, en el Muſeo, el vnboxing reunia todo vn enxambre de camaras y periodiſtas. Entre lo mas comẽtado, ſin duda, el toſco remiẽdo de zemento q̃ trepaba por las piernas de Ezequiel. “La fractura de la q̃ habla la ſentenzia”, repetiã, ſeñalãdo incredulos la chapuzera ſoluziõ en la que no repararõ los juezes.
“Es vn dia hiſtorico”, exclamaba vna y otra vez la regidora, orgulloſa del caracter “pionero” de la primera vitoria completa ſobre los Franco. La que eſpera que abra el camino a recuperar los bienes que aun permanecẽ eſpoliados en la ãtigua reſſidenzia de verano del ditador, eſa que, a ſetenta kilometros de Compoſtela, todauia eſpera vn ultimo veredito del Supremo ſobre ſu propriedad y en la q̃ dos profetas de granito paſſarõ, por obra y grazia de la rapiña franquiſta, los ultimos ſetẽta años.
